Son las 22 hrs. del 30 de noviembre y mientras el puerto comienza a alistarse para el carrete nocturno una familia porteña se prepara entre el viento de una primavera que se niega a llegar y las lucecitas de colores de un árbol que nos recuerda que pronto será navidad. En el sillón dos niños de seis y diez años respectivamente están sentados frente al televisor para ver
No ha pasado una hora y la tranquilidad y alegría reinante se quiebran abruptamente, en la pantalla cuentan la historia de un adulto que lucha contra su discapacidad, con plano detalle a los lágrimas en los ojos y un planificado libreto de emoción a flor de piel las cabezas pensantes de
¿Por qué la gente nos los ayuda todos los días pregunta el
mayor, en tanto el más pequeño dice entre sollozos, podemos hacer algo más que
dar plata en el banco?
Los padres desconcertados optan por prometer que harán algo
más mientras deciden apagar la televisión y jugar con sus hijos para que puedan
dormir sin angustia la noche en que comienzan las 27 horas de amor.
¿27 horas de amor? ¿En qué momento una parte de Chile se
volvió en contra de la Teletón ?
Hace sólo unos años era impensado que alguien pudiese no querer ayudar este
magnifico acto de solidaridad, hasta que los primeros críticos saltaron a las
calles alegando por la rebaja de impuestos que conseguían las grandes empresas
por sus magras donaciones, otros alzaron la voz por las remesas de utilidades que
se llevaba don Francisco por cada evento, y quizás unos cuantos se preguntaban ¿por
qué debían mostrar tanto dolor por televisión para conseguir dinero?
Pero criticas más críticas menos la Teletón no es más que el
fiel reflejo de lo que es nuestra sociedad, no actuamos por empatía ni por
compasión, no somos capaces de entregarnos al otro sin esperar recibir nada a
cambio, apuntamos con el dedo a cualquiera que parezca cometer un error y nunca
nos ponemos en el lugar del otro, nuestro mayor acto de infructuosa solidaridad
es depositar en el banco una cantidad de dinero que no nos moleste para ayudar
a los que sufren, sin embargo, ¿es eso solidaridad?
¿Acaso es posible que necesitemos 27 horas de exposición
pública y popular del dolor ajeno llevado a los extremos del morbo y el
sensacionalismo para que nuestros duros corazones acostumbrados a vivir con la
calculadora y la tarjeta de crédito recuerden que hay quienes sufren y nos
necesitan? Sin la Teletón
y su penoso y macabro show los niños y adultos que han sufrido un revés en sus
vidas no tendrían posibilidad de recuperarse, sumergidos en la vorágine del
tiempo, y el dinero, la diversión fácil y el logro de nuestras metas
individuales hemos olvidado que los seres humanos somos interdependientes unos
de otros. Existe una relación dialéctica y sinérgica entre cada uno de nuestros
actos, de nuestras riquezas y nuestras carencias.
Practicamos la solidaridad una vez al año sentados frente a
la pantalla y nos vanagloriamos en facebook por nuestras donaciones, pero
seguramente si vemos a alguien sufrir a nuestro alrededor pasamos de largo, sin
duda, los mismos que hablan de tanta solidaridad que en realidad no es otra
cosa que caridad para limpiar la conciencia y el sentimiento de culpa, no
devuelven el dinero extra de los vueltos de supermercado, quizás sean los
mismos que ven en navidad sólo un momento de regalos, consumo y ostentación de
triunfos y /o fracasos. Quizás estos mismos chilenos que necesitan las 27 horas
de amor para dar $10.000 o 20.000 de su salario son los que aún no entienden el
sentido de la confianza, de amar al otro, del respeto por cada ser vivo, tal
vez la Teletón
existe porque si no exhortan a nuestro morbo jamás se removería nada de nuestro
ser y nuestra conciencia al pensar que hay niños, adultos, mujeres, hombres que
sufren, y lo mejor de todos es que la Teletón nos evita el contacto con el otro, es una
intervención desde arriba como los grandes dioses que vienen a ayudarlos, no
hay una relación entre el que sufre y el que puede ayudar, por tanto no hay
emoción reciproca, ni aprendizaje sociocognitivo todo se reduce a una
transacción comercial y un show de la imagen y la vanidad.